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Recursos de prevención:

Apoyar

Crea un espacio seguro para que tu hijo aprenda a experimentar y gestionar emociones, desarrollar confianza y resiliencia, y saber que pertenece.
Como padre o madre, probablemente sabes lo difícil que puede resultar manejar las emociones fuertes. La decepción, pérdida, anticipación, excitación o ira pueden ser difíciles de gestionar para las mentes maduras, por lo que puedes comprender (y quizá incluso recordar) lo abrumadoras que pueden ser estas emociones para un niño o un adolescente. Puedes esforzarte por desarrollar tus propias formas sanas y sostenibles de responder a los sentimientos y emociones que encuentres, incluidos los que instigan los comportamientos simpáticos (o no tan simpáticos) de tu hijo. Puedes enseñar con el ejemplo, demostrando cómo respondes a las emociones cuando surgen, sobre todo cuando las emociones son el resultado de una situación molesta o difícil. No siempre estarás en tu mejor momento, ¡y eso es normal! Esos momentos "no tan buenos" también pueden ser grandes oportunidades de aprendizaje para tu hijo.

Apoyar consiste en ayudar a tu hijo a superar los altibajos, guiarle para que identifique sus emociones y crear espacios seguros para que comparta sus pensamientos y sentimientos.

Te recomendamos que Apoyes:

REGULACIÓN EMOCIONAL
Da el ejemplo de cómo es una regulación sana de las emociones y proporcionándoles vocabulario para que identifiquen y expresen sus propias emociones.
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ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO
Ayuda a tu hijo a identificar formas de afrontar las emociones fuertes y apoya estrategias de afrontamiento sanas.
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FOMENTA LA CONFIANZA
Fomenta la confianza de tu hijo recordándole, de forma intencionada y constante, su crecimiento, potencial, éxito, valía y expresándole tu amor incondicional.
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ENTENDIENDO LA VERGÜENZA Y ENSEÑANDO SOBRE LA AUTOCOMPASIÓN
Entiende cómo la vergüenza puede influir en las creencias de tu hijo sobre sí mismo y enséñale autocompasión para contrarrestar la conversación interna negativa.
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¿Cómo se relaciona la estabilidad emocional con la prevención del abuso sexual?

La capacidad de afrontar emociones fuertes, a lo que a veces se le llama regulación emocional, puede ser un factor que contribuya a que tu hijo sea capaz de establecer y mantener relaciones sanas y útiles. No es sorprendente que los niños que sienten que pueden controlar sus emociones también tengan más probabilidades de sentirse seguros de sí mismos y contentos. Lo que puede resultar sorprendente, sin embargo, es que la regulación emocional puede influir en la vulnerabilidad del niño a sufrir abuso sexual. La soledad continua, las enfermedades mentales o la vergüenza pueden erosionar la confianza de tu hijo, haciéndole más vulnerable al acondicionamiento o a ser víctima de otras formas, más propenso a involucrarse en conductas de alto riesgo, y menos probable que sienta que tiene las habilidades para mejorar su situación o alguna razón para pedir ayuda.

AUTOCOMPASIÓN

La autocompasión es un componente fundamental de la regulación de las emociones; ser capaces de sentir una emoción, pero no dejarnos arrastrar por ella, es la forma en que podemos evitar quedarnos emocionalmente "atrapados". Cuando nos permitimos sentir una emoción -incluso una emoción desagradable o que nos causa malestar- sin vergüenza ni culpa y con compasión hacia nuestro propio sufrimiento, nos estamos permitiendo ser humanos, ser imperfectos. Esto nos abre la puerta a sentir empatía, no sólo por nosotros mismos, sino también por los demás, a quienes reconocemos como humanos que cometen errores y son susceptibles de sufrir dolor, soledad y otros desafíos.

EMPATÍA

El desarrollo de la empatía se ha convertido en objeto de discusión e investigación entre los profesionales que trabajan con niños y familias. De hecho, muchas escuelas de todo el mundo imparten en sus aulas programas de aprendizaje social y emocional debido a la crisis de salud mental que afecta a la juventud actual. De las cinco áreas de interés del aprendizaje social y emocional, cada una de ellas presenta un componente de empatía y consideración de cómo las acciones de un individuo pueden afectar al bienestar de otro individuo.

REDUCCIÓN DE LOS COMPORTAMIENTOS DE ALTO RIESGO

Con el objetivo de fomentar la empatía en los niños en mente, es el momento perfecto para considerar que los comportamientos impulsivos pueden surgir de un deseo de entumecer o distraer de las emociones fuertes. En otras palabras, un niño -incluso tu hijo- puede comportarse de un modo que está fuera de su carácter cuando se siente abrumado por sentimientos que no sabe cómo manejar. Cuando estos sentimientos abrumadores hacen que un niño sienta que todo está fuera de su control, puede intentar crear áreas de su vida que cree que puede controlar recurriendo a sustancias, al acoso escolar o a otros comportamientos antisociales o de alto riesgo.

Esto también puede manifestarse como un niño o joven que causa daño sexual a otro niño, algo que puede crear impactos perjudiciales y a largo plazo para ambos niños, pero especialmente para el niño sobre el que se actúa. De hecho, las investigaciones indican que en más de la mitad de los casos denunciados de abuso sexual infantil, el sobreviviente sufrió abuso por parte de otro menor.1 En parte, por eso abogamos por enseñar a los niños la empatía, especialmente en asociación con los principios del consentimiento. Nuestro objetivo es que con una mejor comprensión y voluntad de practicar la empatía, y de respetar los límites y deseos de otro, habrá menos casos en los que el abuso sexual sea el resultado de las acciones de otro niño o menor.

Ayudar a tu hijo a aprender y aumentar su capacidad para regular sus emociones es algo que llevará tiempo y no es algo que vayas a hacer solo. Aprenderá estrategias observando a otros adultos de confianza, interactuando con sus hermanos y durante el juego con sus amigos. Incluso puedes optar por trabajar en colaboración con un terapeuta que pueda ayudar a tu hijo a aprender estrategias de afrontamiento y ser una salida adicional para compartir y procesar. Tu disposición a hablar de su bienestar emocional, atenderlo y abogar por él puede contribuir en gran medida a que crea que eres uno de sus apoyos de confianza.

¿Cómo puedo enseñarle a mi hijo a afrontar sus emociones?

La regulación de las emociones no es algo con lo que nacemos. Los bebés dependen de sus cuidadores para que les proporcionen consuelo y seguridad, a veces satisfaciendo sus necesidades físicas y otras mediante caricias o sonidos tranquilizadores. A medida que los bebés crecen y se convierten en niños pequeños y luego en mayores, aprenden sus propias formas de tranquilizarse y relajarse, haciendo cosas como tocar la punta de la nariz con una manta, arremolinándose el cabello o mecerse hacia delante y hacia atrás. Con el tiempo, necesitarán desarrollar estrategias adicionales para gestionar las emociones fuertes, y tú serás una parte fundamental de ese aprendizaje.

Puede resultar abrumador pensar en ser un modelo de regulación de las emociones para tus hijos, y si eso es lo que te pasa por la cabeza ahora mismo, no eres el único. Éste es otro buen momento para volver a la autocompasión, recordándote que vas a hacer cosas mal -quizás incluso muchas cosas mal- y que eso es algo muy humano. Tu humanidad crea una gran oportunidad para mostrar a tu hijo cómo es la autocompasión, para ofrecer disculpas cuando sea necesario y para corregir el rumbo cuando te des cuenta de que estás actuando de un modo que no está en consonancia con tus valores.

Ruleta de emociones

Aprender a afrontar las emociones requiere paciencia y práctica, tanto para ti como para tu hijo. Un buen punto de partida es nombrar la emoción que siente tu hijo. Nuestra ruleta de las emociones puede ser un recurso útil para que tu hijo encuentre palabras que describan lo que está experimentando.

Puedes invitar a tu hijo a que identifique la emoción (o emociones) más parecida a lo que está experimentando. A continuación, ayuda a tu hijo a darse cuenta de lo diferente que es la emoción o emociones que experimenta en su cuerpo. Puede que se sienta tembloroso, ruborizado, con el corazón acelerado, con mariposas en el estómago. Puedes ayudarle a comprender cómo influye la emoción en lo que siente su cuerpo. A continuación, respiren juntos profundamente tres veces y hagan una pausa para observar cómo se siente el cuerpo después de respirar. Puede resultar empoderador para un niño comprender que tiene influencia sobre las respuestas fisiológicas de su cuerpo a diversas emociones. Y, a medida que le ayudes a estar más conectado con las emociones que experimenta y a ser más consciente de ellas, puede que descubras que tú eres más consciente de tus propios sentimientos.

ACTIVIDAD DE LA RULETA DE EMOCIONES
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ACTIVIDADES PARA EXPRESAR EMOCIONES

A muchos niños les encanta crear, así que quizá descubras que a tu hijo le gusta expresar sus emociones a través del movimiento o el arte.
MOVIMIENTO
El ejercicio tiene beneficios para los cuerpos de todas las edades, y el movimiento puede ser una forma estupenda de afrontar las emociones. Pero no todo el movimiento tiene que estar relacionado con el deporte o la forma física. Utiliza la ruleta de las emociones (arriba) como guía para un baile, con un minuto entero dedicado a hacer un baile feliz, luego un baile triste, un baile enfadado, seguido de un baile tranquilo. Este tipo de movimiento no sólo es estupendo para el cuerpo, sino que también comunica a tu hijo que no pasa nada por sentir emociones, y que hay formas excelentes de procesar las emociones que no implican hacer nada destructivo o hiriente.
ARTE
La expresión artística a través de la pintura, el dibujo o la música también puede ser una forma poderosa de reconocimiento y procesamiento de las emociones. Tu hijo y tú pueden disfrutar dibujando o coloreando líneas para representar cómo se siente la ira o la excitación. Si tu hijo toca un instrumento, puede que le resulte liberador tocar partes de una canción de un modo que coincida con cómo se siente por dentro. Hay algunos adultos que todavía aporrean el piano cuando se sienten frustrados, ¡es maravilloso!

ATENCIÓN CONSCIENTE

Somos firmes defensores de la práctica de la atención consciente, especialmente en lo que se refiere a sentir curiosidad por las emociones que sientes. (De hecho, la atención consciente es un componente importante de nuestros programas para adultos que están trabajando para sanar de los efectos a largo plazo del abuso sexual infantil.) La atención consciente ha sido objeto de continuas investigaciones, y hay abundantes pruebas convincentes de su impacto positivo en el bienestar físico y mental. Puede que te resulten útiles estas prácticas de atención consciente orientadas a los niños, la mayoría de las cuales pueden utilizarse en cualquier momento y lugar. Practica con tu hijo; puede que les ayude a sentirse más conectados con el momento presente y entre los dos.

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a tener más confianza en sí mismo?

Sucede muy deprisa: un minuto tu hijo pequeño está bailando y cantando sin inhibiciones porque no tiene ningún concepto de que alguien critique su voz, sus pasos de baile o cualquier otra cosa. Y al minuto siguiente, vuelve del colegio con el corazón roto porque su mejor amigo en todo el mundo ha hecho un comentario despectivo sobre sus gafas nuevas. Donde antes reinaba la confianza, ahora estás muy consciente de la necesidad de ayudar a tu hijo a redescubrir y aferrarse a su valor intrínseco.

Sentirse capaz y apoyado puede fomentar la confianza. Es difícil dar valor a tu capacidad, o a tu capacidad potencial, si estás convencido de que esa capacidad no existe. Seguramente sabes a qué nos referimos, porque la falta de confianza en uno mismo no es sólo cosa de niños; como adultos, también nos cuesta creer en nosotros mismos. Si te preocupa que la confianza de tu hijo sea persistentemente baja, hay cosas que puedes hacer para estimularla.2

01

MUÉSTRALE

Tu hijo tiene que ver y oír lo que crees de ti mismo.Deja que te vea emprender nuevas tareas o aficiones, conocer gente nueva o aprender cosas nuevas. No es que no quieras compartir tus ansiedades a medida que creces y te adaptas, ser realista sobre tus luchas forma parte del proceso de mostrar la autocompasión, pero esfuérzate por no fijar tu atención en tus ansiedades. Verte persistir porque crees que puedes tener éxito, a pesar de los retos y los fracasos, es un mensaje poderoso para tu hijo.

02

PERMITE LOS ERRORES

El miedo al fracaso puede impedir que un niño lo intente. Fomenta en tu familia un entorno que permita que los errores sean algo de lo que tu hijo pueda aprender. El plato de comida derramado puede ser una oportunidad para aprender a utilizar un trapo; la pelea entre hermanos puede ser una oportunidad para hablar de cómo cada uno podría ajustar sus acciones en situaciones futuras; el golpe en el coche una oportunidad para que tu conductor adolescente trabaje a tu lado en el jardín para amortizar el costo de las reparaciones. Sea cual sea el error, lo importante es que el pasado no sea el centro de atención, sino cómo puede ser un catalizador para el crecimiento.

03

SOPESA LOS RETOS CON LOS ÉXITOS

Tu hijo puede gravitar y ceñirse a una cosa que se le da bien, o puede ir saltando de una cosa a otra sin darse tiempo suficiente para desarrollar habilidades. Darles la oportunidad de hacer algo que esté bien dentro de sus capacidades es gratificante. Y animarlos, apoyarlos y elogiarlos cuando se esfuerzan por probar algo nuevo puede darles un gran impulso de confianza. Tener un equilibrio entre ambas cosas ayuda a reforzar la idea de que ser bueno en algo es genial, y estar dispuesto a probar algo nuevo también lo es, aunque no les resulte fácil.

04

CUENTA CON LAS APORTACIONES

Te habrás dado cuenta de que, como adulto, tener un sentido de propósito va de la mano de sentimientos de satisfacción, alegría y bienestar. Lo mismo ocurre con los niños. Sentirse queridos, necesitados y valorados puede ayudarles a reforzar su confianza en lo que pueden aportar y en cómo pueden influir positivamente en los demás. Puedes ayudar a alimentar este sentimiento de confianza asignando a tu hijo responsabilidades en casa y recompensándole cuando las cumpla. Cuando tu hijo siente que marca la diferencia -que sus aportaciones importan y que los demás cuentan con él-, no sólo confía más en sus capacidades, sino que está más motivado para utilizarlas y reforzarlas.

05

ESCUCHA

Una forma muy eficaz de ayudar a tu hijo a sentirse querido, apreciado y visto es escuchándole. Si siente que lo escuchas genuinamente y que te interesa lo que tiene que decir, tendrá más seguridad de que su voz importa. Por ejemplo, puedes invitarle a expresar su opinión sobre decisiones familiares, como los límites de la casa en cuanto al uso de Internet. Ofrecer a tu hijo estas oportunidades transmite el mensaje de: "Tienes ideas importantes que aportar, y me importa lo que piensas". Escuchar activamente a tu hijo también ayuda a generar confianza, reforzando que puede acudir a ti para cualquier cosa, sea cual sea el tema, el reto o la preocupación. Con esta confianza no sólo en su propia voz, sino en ti como fuente de apoyo fiable, tu hijo estará más dispuesto a buscar ayuda, aunque se sienta avergonzado o le hayan presionado para que se calle.

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DEDÍCALE TIEMPO DE CALIDAD

Lo más probable es que tu hijo se percate -aunque sea a un nivel inconsciente- de lo ocupado que estás y de lo importante que es tu tiempo para ti. Cuando te esfuerzas por involucrarte en actividades individuales con tu hijo de forma constante, le estás transmitiendo que es alguien con quien merece la pena pasar un tiempo valioso. Esto es especialmente cierto cuando adaptas este tiempo a sus aficiones e intereses específicos, demostrando que lo que le importa es intrínsecamente importante. Ya sea dando un paseo en bici, visitando la biblioteca, haciendo un rompecabezas o jugando al videojuego o deporte favorito de tu hijo, el tiempo individualizado valida ante él que merece tu tiempo, atención e interés.

¿Cómo se relaciona la vergüenza con el abuso sexual infantil?

La regulación de las emociones y el aumento de la confianza también pueden ayudar a tu hijo a atravesar una de las emociones más difíciles que todos experimentamos: vergüenza. La vergüenza es un profundo sentimiento de indignidad por nuestra propia existencia.3 Cuando sentimos vergüenza, podemos experimentar una serie de síntomas, como sentimientos de inutilidad y fracaso, creencias negativas sobre nosotros mismos y el deseo de escondernos o aislarnos de los demás. La vergüenza puede afectarnos incluso físicamente, tal vez causando dolor, náuseas u otras sensaciones angustiosas en nuestro cuerpo. Podemos sentir el deseo de desaparecer, empequeñecernos o que nos trague la tierra.

Dado lo intensa y debilitante que puede resultar a veces la vergüenza, es fácil comprender cómo un niño puede sentirse abrumado por esta emoción o "atrapado" en ella. Sin las herramientas y el apoyo adecuados para gestionarla, un niño que experimenta sentimientos persistentes de vergüenza puede volverse más vulnerable a otros daños, como el abuso sexual infantil.

Lamentablemente, la vergüenza y el abuso sexual infantil suelen estar entrelazados. Esto se debe a que la vergüenza es tanto un factor de riesgo como un resultado potencial de dicho abuso. Por ejemplo, si un perpetrador se da cuenta de que un niño experimenta vergüenza con frecuencia, puede tratar de acondicionarlo ofreciéndole alivio, consuelo o una vía de escape de esa vergüenza y de otras emociones angustiosas. Un perpetrador también puede aprovecharse de la vergüenza del niño para mantenerlo callado sobre el abuso. Puede reforzar la vergüenza del niño con frases como: "Nadie te creerá", "Pensarán que ha sido culpa tuya" o "Tus padres se sentirán aún más decepcionados contigo de lo que ya están". El niño también puede intentar dar sentido a por qué alguien le haría daño, llegando a conclusiones como "no merezco que me protejan". "He hecho algo para provocar esto" o "Éste es el tipo de amor que merezco".

DE DÓNDE VIENE LA VERGÜENZA

Por muy poderosa y dolorosa que pueda ser una emoción como la vergüenza, reducir la vergüenza que siente tu hijo puede marcar la diferencia, no sólo para reducir el riesgo de abusos, sino para empoderarle para que acuda a ti si ocurre algo. ¿Cómo puedes ayudar a reducir los sentimientos de vergüenza de tu hijo? En primer lugar, puede ser útil comprender de dónde viene la vergüenza y cómo nos afecta. La vergüenza, como la regulación emocional, no es algo con lo que se nace. Más bien, es algo que aprendes a través de tus interacciones con los demás.

Según el investigador y médico Gabor Maté, la vergüenza suele desarrollarse por primera vez cuando un padre regaña o disciplina a un hijo. Esta interacción puede ocurrir en un momento de pánico, cuando quieres proteger a tu hijo de un daño inmediato. Imagínate a tu hijo levantando la mano para tocar una estufa caliente o corriendo en medio de una calle concurrida. En esos momentos, puede que grites, le tomes del brazo, le exijas que te escuche y muestre sentimientos de gran angustia. Estas respuestas son naturalesincluso necesarias, para comunicar peligro. Sin embargo, por muy justificadas que estén tus acciones, tu hijo puede sentirse avergonzado por ello. Puede que no entienda del todo por qué te enfadaste tanto. Y, puede llegar a la conclusión de que ellos son la razón, en lugar de sus acciones. Pueden pensar "soy malo", en vez de "he hecho algo malo".

REDUCE LA VERGÜENZA CON EL TRABAJO DE REPARACIÓN

Es importante hacer una pausa aquí y tener en cuenta un par de cosas. En primer lugar, eres humano y haces lo mejor que puedes. Ningún padre puede responder con calma y atención a todas las situaciones en todo momento, por muchas técnicas de respiración que practiques. En segundo lugar, estas interacciones entre padre e hijo son naturales, inevitables y universales. Es imposible criar a un hijo y que no se ocurran estos momentos de falta de comunicación y desconexión.

La buena noticia es que puedes reducir o aliviar significativamente esa vergüenza mediante el trabajo de reparación que sigue a estas interacciones negativas. "Trabajo de reparación" en este contexto se refiere a las acciones que emprendes para reparar las heridas que tu hijo pueda haber experimentado. Suele implicar que te des tiempo y espacio para calmarte, y que luego te acerques a tu hijo para discutir lo ocurrido. En estas conversaciones, puedes reconocer y asumir tus emociones fuertes en ese momento y discutir tranquilamente con tu hijo por qué hablaste como lo hiciste. Puedes reconocer que cometiste un error y disculparte por tu comportamiento. En otros casos, puedes aclarar que te molestaron las acciones de tu hijo, no él como persona. Estas aclaraciones ayudan a guiar la comprensión de tu hijo hacia "hice algo mal" y lejos de "soy algo malo". Como dice Kristin Neff, una destacada experta en autocompasión:

"Una clave para responder compasivamente a las faltas de nuestros hijos es centrarse en su comportamiento real, en lugar de en su carácter general. Hay que hacer hincapié en que no nos definen nuestras fallas y defectos, sino que todos somos obras en curso, en un estado continuo de aprendizaje".4
—Kristin Neff
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Sea cual sea la situación, los padres no dejan en manos de sus hijos el trabajo de reparación una vez roto el puente interpersonal. Si se les deja a ellos, es probable que el niño interiorice la vergüenza, que se convertirá en una bola de nieve con el tiempo, siendo reforzada una y otra vez por futuras interacciones. En cambio, como padre, es tu responsabilidad hacer el trabajo de seguimiento y mantener conversaciones de reconexión para reparar el puente. Al hacerlo, la vergüenza de tu hijo se reduce al comprender que no es intrínsecamente una mala persona; sale de la conversación reconfortado y reconectado, sabiendo que siempre cuenta con tu amor y tu apoyo, incluso cuando comete errores.

Y no sólo tu hijo se siente empoderado por estos momentos de reconexión. Como padre, puede ser alentador saber que, aunque no puedes controlar ni evitar estas rupturas del puente interpersonal, sí puedes controlar tu contribución al trabajo de reparación posterior, un trabajo de reparación que reduce la vergüenza, refuerza la confianza, fomenta la comunicación y enseña a tu hijo que cometer errores no cambia lo mucho que se le quiere y valora.

Enséñale a tu hijo sobre la autocompasión

Hablando de sentirse querido y valorado, otra forma fantástica de ayudar a reducir la vergüenza de tu hijo es fomentar su autocompasión. La autocompasión consiste en amarte y valorarte activamente por lo que eres ahora mismo. No por quién serás dentro de un mes, o por quién serás cuando cumplas todos tus propósitos de Año Nuevo. Más bien, la autocompasión te dice que está bien reconocer tus defectos y desafíos, porque el sufrimiento y la imperfección forman parte de la experiencia humana. Si todo eso te parece un poco desalentador, no pasa nada. La autocompasión a veces puede parecer difícil, incluso imposible, sobre todo si tienes en cuenta lo fácil que es ser duro contigo mismo. No ayuda el hecho de que tu crítico interior esté demasiado ansioso por señalarte todas las cosas que haces mal y todas las formas en que te quedas corto. La autocompasión, en cambio, consiste en ofrecerte a ti mismo la calidez, amabilidad y empatía que ofrecerías a un amigo si estuviera en tu lugar.

PENSAMIENTOS DE AMABILIDAD

La autocompasión se describe a menudo como el antídoto contra la vergüenza. Cuando practicas la autocompasión con regularidad, puedes dirigir más fácilmente los pensamientos de autocondenación y juicio ("Soy un fracaso", "Es imposible quererme") hacia pensamientos de amabilidad y comprensión ("He tenido un día muy duro y lo estoy haciendo lo mejor que puedo", "Todos los padres pierden la calma y dicen cosas que no quieren decir"). Esta capacidad de ver tus experiencias a través de una lente más compasiva no sólo es una habilidad valiosa para ti, sino también para tu hijo. Cuando los niños tienen autocompasión, se sienten más conectados, apoyados y regulados. Experimentan una mayor confianza en sí mismos y en sus capacidades. De hecho, hay mucha relación cuando se trata de aumentar la confianza de tu hijo y alimentar su autocompasión. Muchos de los pasos son los mismos, sobre todo cuando se trata de modelar el comportamiento y dejar espacio para los errores (tanto para ti como para tu hijo).

RESILIENCIA

Con la autocompasión, tu hijo puede reconocer más fácilmente que está bien cometer errores y aprender de ellos. Ve los errores como lo que son:oportunidades de crecimiento, en lugar de pruebas de que son una mala persona o están condenados al fracaso. Los niños que creen en su capacidad para superar situaciones difíciles y tener éxito o aprender de ellas tienen mayores niveles de resiliencia; en otras palabras, cuando se enfrentan a un reto o una decepción, pueden recuperarse y seguir adelante. Esto no quiere decir que no sientan la decepción o el peso del reto, pero confían en que podrán aprender de ellos y hacerlo mejor en el futuro. Tener esta mentalidad de crecimiento (término acuñado por la psicóloga Carol Dweck) es mucho más fácil cuando tu hijo te ve hacer lo mismo: reconocer tus errores, mostrar compasión hacia esos errores y aceptar tu capacidad de crecer por causa de dichos errores.

HUMANIDAD COMÚN

Además de modelar la autocompasión y dejar espacio para los errores, otra forma excelente de alimentar la autocompasión de tu hijo es enseñarle la humanidad común. A menudo, cuando sientes vergüenza, tienes pensamientos como: "Todos los demás están bien, yo soy el único que lucha con esto" o "¿Por qué no puedo ser tan feliz como los demás?". Estos pensamientos pueden crear sentimientos de desconexión, aislamiento y soledad. La humanidad común, por otra parte, te anima a ver cómo tus experiencias individuales conectan con las experiencias de los demás. Te ayuda a reconocer que no estás solo, que el sufrimiento, el fracaso y la imperfección forman parte de la experiencia humana compartida. Cuando te das cuenta de esto, no sólo te sientes más conectado con los demás, sino que sientes más compasión hacia tus propias luchas.

Recordarte a ti mismo que todo el mundo sufre suena bastante sencillo, pero probablemente puedas ver cómo este patrón de pensamiento puede no resultar natural para todo el mundo, especialmente para los niños. Al fin y al cabo, con sus cerebros aún en desarrollo, los niños suelen verse a sí mismos como el centro del universo. Esto, combinado con su increíble capacidad para lamentarse, puede hacer que cualquier angustia o preocupación parezca catastrófica. Un momento vergonzoso en el colegio parece el fin del mundo. Y un mal día no es sólo un mal día, sino el peor día posible que nadie haya tenido jamás.

Cuando tu hijo experimenta un reto o una dificultad, lo más probable es que responda: "Nadie más sabe por lo que estoy pasando. Nunca le ha pasado algo tan malo a nadie más que a mí". Es en estos momentos cuando puedes enseñar a tu hijo la humanidad común. Sin minimizar ni invalidar sus preocupaciones, puedes explicarle que no está solo, que muchas otras personas saben exactamente lo que siente y que lo que le ocurre forma parte del ser humano. Otra cosa maravillosa de la humanidad común es que refuerza la compasión de tu hijo, no sólo hacia sí mismo, sino hacia los demás. Esto enlaza con el fomento de la regulación emocional y la empatía descrita anteriormente.

A medida que ofrezcas tranquilidad, consuelo, compasión y que modeles formas saludables de experimentar y afrontar las emociones, es probable que sientas una mayor conexión con tu hijo. Y es esta conexión, junto con tu participación continua como el padre increíble que eres, lo que ayudará a tu hijo a sentirse apoyado. Reforzará su sentido de identidad, pertenencia y valía. Sabrá que se le quiere, que se le permite cometer errores y sentir emociones fuertes, y que es capaz de un inmenso crecimiento, compasión y resiliencia.

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