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Acoso sexual en línea

Ana no puede creer que, de entre todas las chicas de la escuela, David quiera salir con ella, una estudiante de séptimo grado con granos en la cara que se enamoró de él la primera vez que jugaban al escondite. Ana nunca ha tenido novio, así que cuando David le envía una foto desnudo y le pide una a cambio, ella se ríe y envía un emoji sugestivo como respuesta. Pero cuando David empieza a burlarse de ella diciendo que es "demasiado rígida" y no tan divertida como otras chicas con las que ha salido, Ana finalmente cede y le envía la foto. No le parece bien, pero no quiere que David la deje por ser muy aburrida. Además, en la foto lleva sostén y ropa interior, así que no es para tanto. Y bueno, puede que esté chupando una paleta en la foto, pero es solo una broma, como el emoji.

Una semana después, Ana descubre que David compartió la foto con un grupo de amigos de su equipo de fútbol. Unos días más tarde, la novia de uno de los jugadores crea un perfil falso de Ana en las redes sociales con la foto semi desnuda como imagen de perfil. Muchos compañeros de clase comentan en el perfil sobre el cuerpo de ella, su necesidad de atención y su conducta promiscua. Algunos incluso comparten fotos de compañeras de clase a las que consideran más atractivas que Ana e invitan a los demás a votar a favor o en contra de cada foto.

Asustada, Ana no sabe qué hacer. No quiere contárselo a ninguno de los adultos en su vida, especialmente a sus padres. Seguramente no volverán a verla de la misma manera. Incluso puede que le quiten el teléfono celular, que es el único salvavidas de Ana para comunicarse con los pocos amigos que le quedan. Y además, ¿acaso no es culpa suya por enviarle la foto a David? Eso es lo que probablemente diría la policía.

Ana empieza a preguntarse si se merece todo este acoso y humillación. Avergonzada y abrumada, decide no contárselo a nadie. En cambio, finge estar enferma para no encontrarse con sus compañeros en la escuela. Cuando David le pide que le envíe otra foto, esta vez totalmente desnuda, lo hace, porque, la verdad, después de todo, es un milagro que él aún quiera tener algo que ver con ella.

La tecnología y los jóvenes de hoy

La tecnología y los medios digitales se han convertido en parte integrante de la vida cotidiana en todo el mundo. El acceso a teléfonos móviles inteligentes, computadoras portátiles, tabletas y otros dispositivos de Internet está generalizado, y tiene un papel central en la educación, el entretenimiento, el empleo y la conexión social. Esto ocurre especialmente en el caso de los niños y los adolescentes. De hecho, se estima que uno de cada tres niños en el mundo ya es usuario de la Red.1 En Estados Unidos el 95% de los adolescentes declaran poseer un teléfono móvil inteligente o tener acceso a uno. Además, el 45% de los adolescentes declaran que están en línea casi constantemente.2

Este acceso generalizado proporciona a los jóvenes oportunidades emocionantes de rendimiento académico, autodescubrimiento, autoexpresión y conexión social. Los adolescentes consideran a la tecnología, sobre todo a las redes sociales, el mérito de mejorar su capacidad para:3

  • Fortalecer las amistades.
  • Interactuar con diversas voces y puntos de vista.
  • Concienciar sobre causas que les importan.
  • Recibir apoyo en tiempos difíciles.
  • Sentirse más conectados con las personas de su vida.

Muchos creen también que la tecnología digital proporciona un espacio seguro para conocer e interactuar con personas que tienen intereses, aficiones y antecedentes similares.3 Este es especialmente el caso de los jóvenes que se identifican como LGBTQ+ y buscan establecer conexiones sociales y románticas.4 La tecnología y los medios digitales también pueden proporcionar a los jóvenes información y educación sobre la salud y el desarrollo sexual que de otro modo no habría estado disponible, sobre todo entre las personas de ingresos bajos.5

Junto con estos innumerables beneficios, el mayor acceso a los dispositivos de Internet también presenta nuevos riesgos para los jóvenes. Uno de estos riesgos es el acoso sexual en línea, como el que experimentó Ana.

 

Definición de acoso sexual en línea

El acoso sexual en línea es utilizar el contenido sexual—como imágenes, videos o publicaciones—como arma para hostigar, explotar, humillar, angustiar, coaccionar o amenazar. Puede incluir una variedad de conductas sexuales no deseadas y puede ocurrir en cualquier plataforma digital, aunque es particularmente prominente en las aplicaciones y plataformas que ofrecen transmisiones en vivo no supervisadas, contenido compartido y mensajería directa (Facebook, Instagram, Snapchat, YouTube).6

Las víctimas de acoso sexual en línea suelen experimentar sentimientos de soledad, miedo, vergüenza, dolor y exclusión. Lamentablemente, estos sentimientos pueden ser difíciles de evitar aun en la privacidad de una habitación u otros espacios personales, debido a la naturaleza intrusiva y siempre presente de la comunicación en línea.

Aunque incluye una gran variedad de comportamientos, el acoso sexual en línea puede dividirse en cuatro categorías principales:6

  • Difusión no consentida de imágenes y videos íntimos
  • Explotación, coacción y amenazas
  • Acoso sexualizado
  • Sexualización no deseada

Difusión no consentida de imágenes y videos íntimos

Este tipo de acoso en línea se basa en la tendencia creciente de sextear. Sextear consiste en crear y compartir contenido generado por uno mismo, como imágenes, videos o mensajes de texto sexuales.7 Puede variar desde contenido explícito, como fotos de desnudos o videos de actos sexuales, hasta fotos de desnudos parciales, poses eróticas y otras sugerencias sexuales.

Para muchos adolescentes, sextear se considera un medio para coquetear, excitar, experimentar y explorar relaciones e identidades sexuales. Sin embargo, incluso en el contexto de una interacción "consentida" entre dos adolescentes, la legitimidad de ese consentimiento es discutible. Las chicas, en particular, suelen sentirse más coaccionadas o presionadas para sextear con un compañero a causa de las normas y expectativas de género. Las presiones relacionadas con el sexteo también son comunes entre los jóvenes LGBTQ+, que a menudo dependen más de las interacciones en línea para explorar su sexualidad.8

Sin embargo, aunque se comparta una imagen sexteada durante una interacción consentida (o percibida como consentida)entre dos personas, esa imagen podría ser reenviada a otras personas sin el consentimiento del remitente. Eso es lo que se conoce como la difusión no consentida de imágenes, o abuso sexual basado en imágenes.

Pero ¿por qué participa un adolescente en este tipo de abuso? Un motivo puede ser ganar aceptación o estatus entre sus compañeros.4 También puede motivarles el deseo de chismear, sentirse más integrados y participar más en la conversación en línea.9 Los adolescentes varones en particular, han declarado que el motivo por la que participaban en el abuso sexual basado en imágenes era para impresionar a sus amigos y demostrar su masculinidad y competencia sexual.10

Independiente de la edad o el sexo, no es raro que los adolescentes muestren una actitud de indiferencia hacia el abuso sexual basado en imágenes. Por ejemplo, en un estudio, casi una cuarta parte de los adolescentes declararon que habían reenviado una imagen sexteada como broma, y en una muestra de adolescentes que habían recibido una imagen reenviada, el 72% dijeron que no hicieron nada.8

Otro motivo del abuso sexual basado en imágenes es la "pornovenganza", o vengarse de un ex tras el fin de la relación.11 Sin embargo, la difusión no consentida de imágenes no solo se da entre parejas románticas y ex, sino que puede ser perpetrado por un compañero de clase, un amigo, un conocido o un desconocido quien puede estar motivado por el deseo de hacer daño, manipular, hostigar o acosar.

Explotación, coacción y amenazas

Estos motivos también son comunes en la segunda categoría de acoso sexual en línea, que tiene que ver con la explotación, la coacción y las amenazas. En esta categoría, comportamientos como el abuso sexual basado en imágenes también se pueden emplear como una forma de chantaje, en la que se obliga a la víctima a hacer algo para evitar que su actividad sexual documentada (real o falsa) salga a la luz. Esta forma de explotación es un ejemplo de chantaje sexual (o sextorsión).11 En estos casos, la víctima puede ser obligada a participar en comportamientos sexuales, como crear y compartir contenido sexual adicional.

Por ejemplo, un adolescente puede sentirse coaccionado o amenazado para compartir una foto desnudo si la persona que le hostiga ya tiene información o contenido privado que la víctima no quiere que se difunda. Este contenido puede variar desde detalles sobre la sexualidad de la víctima o experiencias sexuales pasadas hasta una imagen desnuda ya compartida o una captura de pantalla de una conversación sexual. En el caso de Ana, ella envía otra foto a David porque le preocupa que difunda más conversaciones privadas si no accede.

En otros casos, la víctima puede sentirse obligada a realizar pagos o hacer favores específicos para apaciguar al chantajista. También puede recibir amenazas además de la difusión de contenido privado, como la amenaza de ser hackeado, “doxeado” (en la que la información de contacto se hace pública), o abusado sexualmente (en persona o en línea).

Acoso sexualizado

Mientras la extorsión se utiliza para coaccionar a alguien a hacer algo específico bajo presión, el acoso sexualizado puede incluir una gama más amplia de comportamientos y motivaciones. Este tipo de acoso utiliza el contenido sexual como arma para humillar, degradar, deshumanizar o discriminar a alguien. Puede variar desde simplemente poner "me gusta" o comentar en una publicación, hasta compartir contenido que incite al hostigamiento y acoso.

A menudo, el acoso sexualizado implica agresión y hostilidad y está motivado por el deseo de hacer daño, de vengarse, de tomar represalias por un acoso anterior o de excluir a otros del grupo.7 Esto ocurre especialmente en los casos de "incitación al odio", o el uso de lenguaje sexual discriminatorio hacia miembros de grupos raciales o sexuales minoritarios. También puede incluir el ciberacoso, la difusión de rumores en línea sobre el comportamiento sexual de alguien, la creación de un perfil falso para hacerse pasar por otra persona o la "revelación" de la orientación sexual o la identidad de género de alguien sin su consentimiento.6

  

Aunque las venganzas personales suelen impulsar este tipo de comportamiento, el acoso sexualizado también puede resultar de una broma que ha ido demasiado lejos o de cruzar un límite con el fin de impresionar, divertir o ganar aceptación entre los compañeros. Dado que las "bromas sexuales" ocupan un lugar central en muchos coqueteos, interacciones y otras experiencias de vinculación entre los jóvenes, puede resultarles difícil distinguir entre las bromas juguetonas y el acoso dañino.6 Esto ocurre especialmente cuando entra en juego la dinámica del grupo y el joven se siente presionado para complacer o entretener al resto del grupo. En estos casos, los adolescentes también pueden sentirse alentados por lo que se denomina "efecto de desinhibición en línea", que se refiere a comportamientos que las personas realizan en línea y que nunca harían en persona.

Sexualización no deseada

Esta falta de inhibición también puede contribuir a la cuarta categoría de acoso sexual en línea: la sexualización no deseada, que implica enviar a alguien contenido sexual no deseado en línea. Este contenido puede ser un comentario sexual publicado en la foto de alguien, una imagen sexual, un emoji, un mensaje, una broma o una petición. Puede ocurrir en un espacio privado, como un avance no deseado en un mensaje directo, o en uno público, como en un grupo de chat o en el perfil de alguien en las redes sociales.

Este tipo de sexualización también puede incluir compartir contenido sobre la víctima con otras personas con la intención de sexualizarla u objetualizarla. Algunos ejemplos de esto pueden incluir alterar la foto de alguien para que parezca más sexual y luego publicar esa foto en un espacio público. También puede consistir en publicar una foto de alguien y hacer comentarios sexuales sobre esa foto o incitar a otras personas a que califiquen el atractivo de la persona. Las chicas corren un riesgo especialmente alto de sufrir este tipo de acoso en línea, que a menudo refuerza los estereotipos, los supuestos derechos y las expectativas de género.6

Al igual que el acoso sexualizado puede ser el resultado de una broma que va demasiado lejos, la sexualización no deseada puede ser el resultado de intentos equivocados de halagar, adular o coquetear. A pesar de estas intenciones, la sexualización no deseada hace que la otra persona se sienta degradada, avergonzada, violada u objetualizada, y demuestra una falta de comprensión de los límites, preferencias y sentimientos personales. También puede ser consecuencia de que estos comportamientos se hayan normalizado, lo que lleva a una falta de seriedad o de comprensión sobre cómo la sexualización no deseada, junto con otros tipos de acoso sexual en línea, puede afectar a la víctima.12

Efectos del acoso sexual en línea

Estos impactos pueden afectar muchos aspectos de la vida de un joven. En el aspecto legal, un adolescente que sextea una imagen autogenerada puede ser acusado de distribución de "pornografía infantil". Otros participantes, como los que recibieron o reenviaron las imágenes, también pueden ser procesados. De hecho, en algunos estados, un adolescente que ha participado en el sexteo puede ser acusado como delincuente y como víctima. Además de las repercusiones legales, los jóvenes que han sido víctimas de la difusión de imágenes sexuales o información confidencial también corren el riesgo de quedar excluidos de ciertas oportunidades de empleo y educación.5

A nivel más personal, el acoso sexual en línea puede afectar gravemente al bienestar mental y emocional. de un joven. Las víctimas luchan a menudo con sentimientos de vergüenza, impotencia y remordimiento, en algunos casos hasta el punto de que ya no quieren ir a la escuela y enfrentarse a sus compañeros, como en el caso de Ana.9 Su humillación puede intensificarse por el hecho de que, en los casos de contenido compartido sin consentimiento, a menudo se culpa al remitente de la imagen, en lugar de a la persona que la compartió.6 Como resultado, las víctimas pueden experimentar mayor depresión, ansiedad, autolesión, acoso y hostigamiento en persona y otras formas de victimización, tanto en línea como fuera de ella. Esto es especialmente cierto en el caso de las chicas, que suelen sufrir más consecuencias negativas por sextear que los chicos.10

Cada uno de estos efectos puede resurgir o prolongarse si el contenido se vuelve a compartir en línea en otro momento, lo que puede dar lugar a la revictimización.6

Y, a pesar de estas repercusiones, los jóvenes suelen tener mucho miedo para denunciar cuando sufren acoso sexual en línea. Muchos se sienten demasiado avergonzados para buscar ayuda o les preocupa que la denuncia del acoso sólo les hará más vulnerables.6 También existe el miedo de que se les eche la culpa del acoso que han sufrido, y de que los adultos respondan limitando o eliminando por completo su acceso a los dispositivos de Internet. Estas acciones no solo serán consideradas como un castigo por la víctima (y, por tanto, como una confirmación de que es culpable), sino que la privarán de su principal medio de conexión social en un momento en el que ya se siente vulnerable y excluida.13

¿Qué puedo hacer frente al acoso sexual en línea?

Dado que el mundo digital se ha convertido en una parte esencial del mundo actual, los padres pueden intentar comprender mejor las conexiones, experiencias e interacciones que sus hijos tienen en línea. También pueden mantener conversaciones con sus hijos sobre cómo navegar con seguridad por este mundo digital y sobre los riesgos y responsabilidades que implica dejar una huella digital. Por ejemplo, los niños pueden pensar que son la excepción a la regla y que los riesgos de compartir información y fotos íntimas no se aplican a ellos. También pueden tener una falsa sensación de invencibilidad, sobre todo con aplicaciones como Snapchat, en las que se supone que todo lo que se comparte con los demás se borra inmediatamente sin que nadie haga una captura de pantalla.

Además de hablar de los riesgos, los padres pueden fomentar conversaciones continuas y abiertascon sus hijos sobre comportamientos y relaciones sanas, tanto en línea como fuera de ella. Esto podría incluir temas relacionados con la presión social, los límites, los principios del consentimiento, los estereotipos de género, la comunicación saludable, el desarrollo sexual, la permanencia del contenido en línea y lo que constituye acoso. Puede ser particularmente útil hablar con los niños sobre las repercusiones a largo plazo que el acoso sexual—en línea o fuera de línea—puede tener en otras personas.

Los padres pueden plantearse diferentes situaciones y preguntar a sus hijos cómo responderían en cada una de ellas, y cómo se sentirían las otras personas implicadas. Las investigaciones indican que este tipo de juego de roles puede resultar más eficaz que establecer reglas y consecuencias.6 Además, dado que la tecnología se ha entrelazado con otras áreas de la vida cotidiana, los padres también pueden considerar que la seguridad digital y la seguridad general son lo mismo. Por ejemplo, los padres podrían incorporar los aspectos digitales de las relaciones—como los mensajes de texto y el intercambio de imágenes—a cualquier conversación que mantienen con sus hijos adolescentes sobre el amor, las citas y la educación sexual.

En los casos en que un niño o adolescente ya ha sido víctima de acoso sexual (en línea o fuera de línea), es crucial que los padres respondan con comprensión, compasión y apoyo, en lugar de vergüenza o juicio. Limitar o reducir el acceso del joven a los dispositivos de Internet no solo reforzará la culpa, sino que reducirá gravemente las posibilidades de que el joven acuda a los padres en busca de ayuda en situaciones futuras. Por el contrario, los padres deben tratar de comprender lo que el niño ha sufrido y los detalles específicos de la situación.6 A través de esta actitud abierta y empática, los padres pueden responder mejor al acoso sexual en línea, evitar que se repitan incidentes en el futuro y empoderar a sus hijos para que confíen en ellos cuando ocurra algo.

Otras formas en que los padres pueden ayudar a reforzar la seguridad digital de sus hijos incluyen:

  • Enseñar al niño las características fundamentales de las relaciones sanas, como el respeto, el consentimiento, la autenticidad y la honestidad. Esto incluye explicar a los jóvenes, especialmente a los varones heterosexuales, la importancia de borrar las fotos de un ex por respeto y para eliminar cualquier tentación o presión de compartir esas fotos con otros.
  • Explicar al niño cómo el sexting puede perturbar una relación sana, sobre todo cuando entran en juego dinámicas de poder, presiones sociales y estereotipos de género.
  • Aprender sobre los comportamientos de riesgo en línea y enseñar al niño como esos comportamientos pueden perjudicar a todos los implicados.
  • Modelar hábitos saludables sobre el uso de las redes sociales y el tiempo frente a la pantalla.
  • Preguntar al niño sus dudas, preocupaciones y curiosidades relacionadas con las interacciones y comportamientos en línea.
  • Asegurar al niño que su seguridad y bienestar es lo más importante, más que su reputación.

A medida que los padres abordan y modelan de forma proactiva los límites, la comunicación y el consentimiento saludables—tanto en línea como fuera de ella—los niños y adolescentes estarán mejor preparados para conectar con los demás de forma saludable y convertirse en usuarios de internet seguros y responsables en la era digital.

Para obtener más información sobre la seguridad digital y cómo preparar mejor a tus hijos para los riesgos que encontrarán en línea, visita Thorn.orgAmaze.orgNoFiltr.org, y CommonSense Education. Además, si tú o alguien que conoces es sobreviviente de abuso sexual infantil, aquí puedes obtener más información sobre los recursos de sanación de Saprea.

Sobre el autor/a

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Breeann Allison

Estratega de Investigación y Desarrollo de Programas
Breeann se incorporó a Saprea como Coordinadora de Educación a finales de 2018. Es licenciada en Literatura Inglesa con especialización en Edición por la Universidad Brigham Young. En la actualidad trabaja como miembro del Equipo de Investigación y Desarrollo de Programas y como instructora adjunta del seminario web de sanación de Saprea. También es autora del Libro de Trabajo Recupera la Esperanza de Saprea y coautora de Por qué sigo sintiéndome así: Cambia tu relación con el trauma del abuso sexual infantil. Ha trabajado en el mundo editorial durante siete años, primero como desarrolladora curricular en Gibbs Smith Education y luego como editora en FranklinCovey. Además, disfruta escribiendo ficción, mimando a sus sobrinas y sobrinos y defendiendo el carácter sagrado de la coma de Oxford.