Una de las habilidades más importantes que debe desarrollarse entre un niño y un padre para reducir el riesgo de abuso sexual es la comunicación abierta. Si tu hijo no se siente cómodo hablando contigo, o se preocupa que te asustes, o que no lo escuches, entonces tú no tienes comunicación abierta.

Responde, No reacciones

En Saprea a menudo decimos «Responde, no reacciones». Esto significa que cuando tu hijo hace o dice algo que genera una señal de alerta, usted no te lanzas inmediatamente al ataque.

Por ejemplo, si tu hijo de cinco años te dice que él y su amigo se mostraron sus partes privadas, eso es una señal de alerta. Sin embargo, también es una curiosidad bastante apropiada para la edad. Si gritas, maldices, alborotas y lloras, entonces tu hijo sabrá evitar ese tipo de tema contigo, y posiblemente desarrollará algunas ideas extrañas sobre los cuerpos.

Ahora, si hicieras tranquilamente algunas preguntas más y escucharas las respuestas que tu hijo te da, entonces te dirá por qué lo estaban haciendo, cómo sucedió, dónde sucedió y cualquier otra cosa que desees saber. Después de saber toda la historia, entonces puedes decidir cómo responder.

En el caso de un niño que esté haciendo o diciendo algo inapropiado hay tres cosas que tú puedes hacer para abordar la situación.

01

Establece límites

Hazle saber por qué te incomodó el comportamiento. En el caso del ejemplo anterior, tú puedes explicarle a tu hijo que no debe mostrar sus partes privadas a nadie y no debe pedir ver las de nadie más. Establece las bases para tener más conversaciones más adelante y mantener la conversación en curso.
02

Gracias a su hijo

Cada vez que tu hijo comparta algo contigo, ¡agradécele! Si estás abordando un comportamiento negativo, entonces dale las gracias por traer este comportamiento a tu atención. Haz que se sienta bien por haber compartido contigo, ya fuera esa su intención o no.
03

Dar una consecuencia apropiada

Después de haber hecho las dos primeras cosas, es importante darle seguimiento con consecuencias. Independientemente de si tu hijo tenía la culpa o no, lo más probable es que tenga que haber un cambio en los comportamientos o situaciones que condujeron a la conversación en primer lugar. Por ejemplo, en el ejemplo anterior deberás determinar por qué los niños no fueron supervisados y cómo asegurarse de que no vuelva a ocurrir. También querrás discutir la situación con los padres del otro niño para asegurarte de que todos son conscientes de lo que sucedió y están en el mismo equipo en cuanto a asegurarse de que nunca vuelva a suceder. Una buena relación con tu hijo no surge de la nada, sino que requiere esfuerzo y reflexión. Afortunadamente, como la mayoría de las cosas en la vida, sólo tienes que tomarlo un día a la vez. Haz la meta hoy mismo de hacer una cosa para fomentar la comunicación abierta entre tú y tu hijo. Tal vez te sorprenda lo que quiere decirte.
 

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